Rajoy y sus ministros -y compañía- no tienen límite alguno. Parece darles igual ocho, que ochenta, que ochenta mil. Han subido a la nube de la mayoría absoluta de hace poco más de cuatro meses. Y desestiman que esa nube, si no legalmente deshecha hasta unas próximas elecciones con eventuales resultados en contra del PP, sí está desintegrándose en la percepción y valoración que la mayoría ciudadana tiene (ver encuestas) del mayor desatino político-económico-social desde la salida de la dictadura en nuestro país.
Porque el gobierno del PP, sin llegar aun a los veinte viernes, ha batido dos récords importantes: uno, en términos de recortes sociales en el más amplio, variado y vomitivo de los sentidos (y esto sólo ha empezado); el otro, como anoto más atrás, la bajada del partido conservador en las encuestas a una velocidad que empieza a ser de vértigo. Aunque quieren disimular, se nota que están tan preocupados como ocupados. No es de extrañar, pasarán posiblemente a la historia negra de España, y tengo la impresión de que lo saben.
No obstante, el PSOE, según los citado sondeos, sigue estancado, mientras que IU apenas incrementa su engarce con la opinión pública progresista. La izquierda (sin menospreciar a otros partidos minoritarios en esta línea), en esto está como el PP estaba hace medio año aproximado. Es decir, obteniendo réditos exclusivamente del desmoronamiento del adversario natural, que no de la dinámica propia.
Esto es, por si no ha quedado suficientemente claro, el partido socialista necesita urgentemente recomponerse (si no le apetece denominarlo refundarse) ideológica y estructuralmente. Debe volver a ilusionar y a persuadir a millones de personas. En este sentido, para empezar, ha de ubicarse de manera inequívoca en el corazón mismo del ideario progresista, en el centro de la izquierda, que no en el centro izquierda sin más. E IU tiene recorrido, asimismo, para completar un objetivo irrenunciable para una democracia profunda: que todos los ciudadanos voten, y no que se abstengan y sobre todo los que pueden sostener el avance social.
Y además, lo tengo muy dicho, cuando se consulta al pueblo el PP se presenta como único partido no nacionalista de la derecha, y por ello con relativa probabilidad de acceder al gobierno si en el otro lado hay desunión y abstención electoral acusada. Y, ya en el siglo XXI, horror, la izquierda sigue sin ir electoralmente junta, con el consiguiente perjuicio en términos de resultados.
O PSOE e IU arreglan esto, o los ciudadanos a los que ideológicamente representan, pueden empezar a conjugar, aún con la que está cayendo, el verbo pasar. Hace mucho que aviso sobre este asunto. Ojalá los intereses de unos pocos no pesen más que los de la mayoría (progresista, por cierto) del pueblo español. Porque aquí y ahora, está la gran oportunidad de hacerlo si quieren. Ell@s saben que deben. Y además, los movimientos sociales legales y civilizados que parecen avecinarse como respuesta a la política ultra reaccionaria del gobierno del PP, son una coartada de gran valor para la institucionalización de esa unión electoral (al menos) de las formaciones progresistas de nuestro país. Para ganar. Y para hacer una sociedad más igual y más libre.
No obstante, el PSOE, según los citado sondeos, sigue estancado, mientras que IU apenas incrementa su engarce con la opinión pública progresista. La izquierda (sin menospreciar a otros partidos minoritarios en esta línea), en esto está como el PP estaba hace medio año aproximado. Es decir, obteniendo réditos exclusivamente del desmoronamiento del adversario natural, que no de la dinámica propia.
Esto es, por si no ha quedado suficientemente claro, el partido socialista necesita urgentemente recomponerse (si no le apetece denominarlo refundarse) ideológica y estructuralmente. Debe volver a ilusionar y a persuadir a millones de personas. En este sentido, para empezar, ha de ubicarse de manera inequívoca en el corazón mismo del ideario progresista, en el centro de la izquierda, que no en el centro izquierda sin más. E IU tiene recorrido, asimismo, para completar un objetivo irrenunciable para una democracia profunda: que todos los ciudadanos voten, y no que se abstengan y sobre todo los que pueden sostener el avance social.
Y además, lo tengo muy dicho, cuando se consulta al pueblo el PP se presenta como único partido no nacionalista de la derecha, y por ello con relativa probabilidad de acceder al gobierno si en el otro lado hay desunión y abstención electoral acusada. Y, ya en el siglo XXI, horror, la izquierda sigue sin ir electoralmente junta, con el consiguiente perjuicio en términos de resultados.
O PSOE e IU arreglan esto, o los ciudadanos a los que ideológicamente representan, pueden empezar a conjugar, aún con la que está cayendo, el verbo pasar. Hace mucho que aviso sobre este asunto. Ojalá los intereses de unos pocos no pesen más que los de la mayoría (progresista, por cierto) del pueblo español. Porque aquí y ahora, está la gran oportunidad de hacerlo si quieren. Ell@s saben que deben. Y además, los movimientos sociales legales y civilizados que parecen avecinarse como respuesta a la política ultra reaccionaria del gobierno del PP, son una coartada de gran valor para la institucionalización de esa unión electoral (al menos) de las formaciones progresistas de nuestro país. Para ganar. Y para hacer una sociedad más igual y más libre.