sábado, julio 28, 2012

Referéndum


Como puede contrastarse, el 10 de marzo del corriente, en este mismo blog, publiqué una entrada que titulaba "Rebelión para no morir" en la que, entre otras cosas, decía que "cuando los ciudadanos entienden que están siendo atacados por aquell@s en quienes han delegado el poder, pueden rebelarse, sin duda alguna. Uno de los métodos es el no votarles en la siguiente oportunidad, e incluso votar a quien más  daño les haga. Y otro, que no invalida el anterior, echarse civilizadamente a la calle" (por tanto, legal, legítima y democráticamente, claro) Asimismo, el posterior 1 de abril, escribí sobre "La inminente soledad del PP", pronosticando el aislamiento parlamentario y social en el que hoy ha caído. Por añadidura y al hilo de estos comentarios y otros en la misma línea, he venido solicitando -y razonando en mi petición- la necesidad de un adelanto electoral para que los ciudadanos decidan acerca de esta auténtica ruina social gestionada por el actual gobierno PP.

Pues bien, la ciudadanía, de manera incluso ideológicamente variopinta, en sus manifestaciones y concentraciones públicas clama de manera clara y contundente que no está dispuesta a aguantar la galopante pérdida de calidad de vida y de derechos desatada por Rajoy y sus correligionarios. Así, no es nada arriesgado predecir, sobre todo a raíz de la armonización de más de doscientos diversos colectivos en la recién estrenada "cumbre social", que el 15 de septiembre, y parece que en octubre con una huelga general, una mayoría muy importante de los ciudadanos de España mostrará una vez más a los dirigentes del país su inquebrantable opinión contra la política ultra conservadora que se aplica.

Esto, a mi modo de ver, puede  tener -entre otras- varias consecuencias inmediatas:

La primera, absolutamente ineficaz como lo es pretender curar una infección con un analgésico, sería una remodelación del gobierno de la nación. Si el actual está técnicamente abrasado, el que le sustituyera correría la misma suerte en pocos meses. Porque los motivos para que los ciudadanos estén literalmente indignados, no desaparecerían, sólo se cambiaría a los gestores del mismo caos.

La segunda posible consecuencia de la presión legítima, civilizada, democrática, de la calle, sería la convocatoria de un referéndum que, como recoge nuestra Constitución, significa, en tanto que democracia semi-directa, un complemento de la democracia representativa, y por ello, una auténtica profundización de la democracia. En dicho referéndum se podrían incorporar varias preguntas a los ciudadanos, con posible respuesta en la modalidad "escala tipo Thurstone", esto es, dados varios predicados (tantos como temas a consultar), contestar  respectivamente si se está o no de acuerdo con sendos SÍ o No.

La tercera consecuencia posible es la de adelantar las elecciones generales. Este camino, puede que el menos apetecido por el gobierno, sin embargo parece que podría ser un mal menor para el partido que lo sustenta, en tanto que, cuanto más tarde sean convocados dichos comicios, mayor pérdida de escaños tendrá el PP. Quizás, incluso probablemente, con un suelo superior al del PSOE (sus respectivos electorados, en general, no funcionan igual) pero en todo caso con una vía de desafecto paulatino que podría dejar al PP maltrecho para varias legislaturas. Además, esta solución podría muy bien ser una continuación lógica de la segunda, el referéndum.

En política, nada es fácil. Y menos en la situación mundial de nuestros días. Pero un buen polític@, ante un problema enorme, debe elevarse, pensar en los ciudadanos y decidir en consecuencia. Cuanto antes, mejor para todos.

domingo, julio 22, 2012

El bucle del gobierno

El gobierno actual del PP se encuentra instalado en un proceso patológico  (dicho en términos políticos, claro), definido por un par de características fundamentales: una, la ruptura abrupta y gigantesca de su programa electoral; la otra, su incompetencia supina para resolver la crisis.

De la primera característica deriva una bajada fulminante de la fiabilidad ética del partido en el gobierno y de sus líderes (sobre todo de su número uno, aunque tiene un buen coro que le acompaña), sobrevenida por las incesantes promesas evacuadas antes de las elecciones y que se han tornado en mentiras; y embustes estos cuya resultante es la drástica disminución de calidad de vida de los ciudadanos, de sus derechos y del número de empleos. 

La segunda de esas características conduce a una desmoralización galopante de los españoles ante la cruda realidad de que su gobierno -a pesar del padecimiento al que somete a los administrados- no resuelve en modo alguno tan nefasta situación. Esto es, percepción generalizada de la descomunal incompetencia y falta de eficacia social de este equipo dirigente del país.

Cabe recordar aquí que, los datos tozudos relativos a la imagen en política, emanados de una ingente cantidad de investigación empírica en los últimos decenios, a escala mundial, reflejan que esos tres conceptos (fiabilidad ética, competencia y eficacia social) saturan en buena medida el factor más importante, en general, de la imagen o percepción pública de los partidos y sus líderes: la credibilidad de éstos.

Pues bien, tal estado de cosas, por si fuese poco, lleva a Rajoy y los suyos a un proceso de retroalimentación incesante, de círculo vicioso, de bucle, de patología política. Es decir, cualquier cosa que hagan o digan está destinada al fracaso, ya que lo único que rompería ese bucle, la revocación inmediata de las medidas tomadas y rechazadas por la población en su gran mayoría (ver encuesta de hoy mismo en el diario El Mundo, y ver la protesta continua en la calle), es palmario que no va a suceder.

Así, la izquierda política está ya preparándose para un adelanto electoral cantado. Porque incluso la posible sucesión de Rajoy y su gobierno desde dentro del PP, sería pan para hoy y hambre para mañana. Significaría un cambio de actores para proseguir con el mismo guión, no para enmendarlo. Y en este punto, una vez más, debo insistir en el momento histórico por el que atravesamos y que sería inexcusable que no pasara por una unión (al menos electoral) de la izquierda de este país. Porque hay una salida alternativa a la crisis que no va precisamente por el fiasco de la aplicación de una ideología ultraconservadora a la resolución de los problemas. En este sentido, Hollande, Francia, la izquierda francesa, son un ejemplo a seguir. A ver...

sábado, julio 07, 2012

Casi tod@s a una: adelanto electoral

Lope de Vega escribió la obra teatral Fuenteovejuna con un argumento principal que no era propiciar un cambio sistémico -que diríamos ahora-, sino simple y llanamente pedir justicia a los Reyes Católicos, contra el Comendador del derecho de pernada. Y para ello, aquellos súbditos se constituyeron en una y sólo una e indivisible fuerza.

Aquí y ahora, naturalmente, no hay Comendador ni Monarquía como aquélla (¡sólo faltaba!). Hace tres décadas y media que los ya ciudadanos nos dimos un sistema democrático que, con gobiernos de distinta ideología, han producido una resultante final positiva. Pero, de pronto y en poco más de seis meses, hay indicadores alarmantes de la destrucción de buena parte de lo edificado a favor del bienestar común. Estamos en democracia, si, y no tiene sentido alguno, según se produjo, la rebelión de aquel pueblo cordobés situada ficticiamente entre finales del siglo XV y principios del XVI.

Pero la rebelión ante la actual situación, si no tod@s a una, sí en grandiosa mayoría, puede darse dentro (lo diré una vez más) de unas incuestionables coordenadas de legalidad, legitimidad y civismo. Porque -como ya he escrito en este mismo blog- hay herramientas democráticas y constitucionales de esta guisa, y por ende no violentas, para doblegar a cualquier gobierno. Y, a diferencia notable de Fuenteovejuna,  ahora y aquí, el sistema tal cual, está en cuestión. El paradigma del capitalismo supra financiero salvaje es palmario que debe caer. De no ser así, seguiremos retrocediendo, digan lo que digan el gobierno, Agamenón o el porquero de éste. 

Partidos y movimientos progresistas, y centrales sindicales, deben acometer una labor inequívocamente radical -en el sentido maravilloso del término-, sin olvidar una comunicación excelente y armonizada. Y me atrevo a asegurar que no pocos ciudadanos liberales conservadores están deseando reconducir asimismo el desatino gubernamental. Pero como entiendo que es menos improbable un adelanto electoral que la marcha atrás del gobierno, dicho adelanto debería ser casi inminente. Lo contrario, es claro que acarrearía un grave deterioro de la sociedad española, además, por cierto, de un golpe cada vez más fuerte a las expectativas electorales del propio PP.

Rajoy tiene la palabra. Porque ha sido elegido democráticamente. Y, por ello, los ciudadanos pueden reclamar las citadas soluciones alternativas: o que esto pare y se enmienden las medidas tomadas, o que se convoquen elecciones. Es lo más natural, puesto que lo que el gobierno del PP está haciendo no se compadece ni de lejos con lo que este partido y su líder dijeron, en campaña y precampaña, que iban a hacer. Tampoco tenemos mucho tiempo, la calidad de vida sigue bajando. Urge. Casi tod@s a una.