"Adhesión a la rebelión" era el texto, cortito pero mortal, que solían endosar en el franquismo a toda persona que era sorprendida con actitud y/o comportamiento hostil al régimen. Much@s ciudadan@s sufrieron largos años de cárcel (con reiteradas palizas y torturas incluidas) y en muchos casos penas de muerte. Las secuelas psicofísicas para l@s "rebeldes" y asimismo sus familias, son contrastables aún en nuestros días.
Con la evidencia bien próxima de un familiar de primer grado, puedo hablar con propiedad de semejante rebeldía actitudinal y sin ocultar la cara, cuyo objetivo no era otro que el de alcanzar una democracia profunda que facilitara la convivencia y la igualdad en libertad. Y rebeldía que no era tal, pues obviamente los rebeldes fueron ellos, los fascistas.
Entiendo que aquellas vidas sacrificadas por causa tan noble no merecen que, ya en democracia, se retroceda socialmente como se está haciendo. Por ello, si el gobierno PP actual no tiene la menor intención de consultar a la ciudadanía (por referéndum y/o elecciones) qué es lo que ésta opina sobre el programa que aplica dicho gobierno y que significa todo lo contrario de lo que prometió, algo habrá que hacer.
Pero no, no se trata de rebelarse, aquí y ahora, fuera de la ley. Toda democracia posibilita (sólo faltaba) con su normativa legal que los ciudadan@s expresen su rebeldía intelectual (sin violencia y legítimamente) ante las acciones de sus polític@s, como llevo indicando en este blog desde el invierno pasado. Esto es, que expresen su desacuerdo, que expliciten que no comparten el comportamiento de un gobierno dado o de quien sea.
Así, en un sistema democrático la calle obviamente es de los ciudadan@s, de nadie más. Y la vida de ést@s les pertenece a ell@s, no a sus gobernantes eventuales, sobremanera si fueron elegidos con un programa en las antípodas del puesto en práctica después. Un matiz más: las huelgas y manifestaciones reguladas en democracia han de ser, no sólo respetadas, sino incluso mimadas.
Hoy, en España, quien no vea que el referéndum aliviaría y mucho este ambiente irrespirable actual, es poco estadista. Porque este pueblo, en su gran mayoría, está en una actitud de no admisión de este programa gubernamental. Da igual la encuesta que se consulte.
Por tanto, estamos ante una rebelión intelectual para defenderse, no para atacar a nadie. Rebelión, dicho en síntesis y por si alguien aún no lo ha entendido, para que este país funcione para tod@s y no sólo para una minoría privilegiada. Para que nuestra sociedad no retroceda decenios en tan sólo un año.
Una gran rebelión intelectual, sí, para siquiera aproximarse a los objetivos de aquell@s "rebeldes" que incluso dieron su vida para posibilitar un país de democracia real y no sólo formal, buscando, en libertad, la convivencia e igualdad. Más de treinta y cinco años después de la caída de la dictadura, ningún polític@ mínimamente inteligente ignora que siempre vale más perder eventualmente un referéndum y/o unas elecciones con la cara bien alta, que pasar tres legislaturas en la oposición evitando las miradas.